
Tres siglos más tarde no puede tener, la propuesta didáctica que hizo Kant, mayor actualidad y es la que, a fin de cuentas, se encuentra en la raíz de los programas de Educación en valores, con tal transcendencia, que no solo es applicable en los centros escolares, sino también en los hospitales, las empresas, los medios de comunicación, la Administración Pública y actividad política.
Sin embargo uno de los problemas centrales a la hora de educar en valores es el de encontrar un hilo conductor que nos permita dilucidar en qué valores es importantes educar.
Durante algún tiempo los pedagogos recurrieron a lo que se llamó la clasificación de valores, que consistía en ayudar a los niños a entender bien los valores que habían aprendido en sus hogares o con sus amigos y que habían incorporado sin ningún discernimiento, confiando en que al comprender su verdadero significado y consecuencias, el niño rechazaría lo rechazable y aceptaría lo deseable.
Sin embargo la clasificación de valores mostró ser más una técnica útil que un verdadero método educativo porque, tomada como método, producía sin remedio una sensación de relativismo y de subjetivismo totalmente ajenas a lo que es realmente la vivencia de lo moral. Ante las matanzas, las hambrunas, la tortura, la deslealtad y la corrupción las gentes no reaccionan levantando los hombros indiferentes, sino con indignación o con vergüenza.
El procedimentalismo vino a sustituir a la clarificación de valores, aduciendo como aval un excelente pedigrí filosófico, el de hundir sus raíces en las teorías éticos procedentes del formalismo kantiano, entre ellas, la ética del discurso y la teoría de la justicia de John Rawls.
El procedimentalismo entiende que la moral ya impregna la vida cotidiana en forma de normas de conducta, que nos permiten organizar nuestras expectativas recíprocas, y que lo importante es descubrir los procedimientos necesarios para discernir cuales de las normas vigentes son así mismo válidas.
Cuando una norma se pone en cuestión, importa discernir cual es el procedimiento adecuado para determinar si es o no justa. Las cuestiones de justicia constituyen la clave de la vida compartida, de donde conviene educar a los niños y jóvenes en la disposición a seguir los procedimientos racionales para descubrir qué normas son justas y cuales injustas.
© María del Carmen Calderón Berrocal
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