Compartimos un texto precioso de Isabel Martín Sánchez
Es mucho más que un texto como podréis apreciar, dice muchas cosas y se mueve entre varios planos. Dejemos que ella se pronuncie.
Isabel dixit:
Es mucho más que un texto como podréis apreciar, dice muchas cosas y se mueve entre varios planos. Dejemos que ella se pronuncie.
Isabel dixit:
"El
día que comprobó que aquella parte de sus raíces ya no le
correspondían, supo que era el momento de sobrevivir con las nuevas que
había creado.
Se había acostumbrado a compartir su sustento, a pesar de saber cuánto le debilitaba, lo vulnerable que le hacían sentir. Le dolía no haberse creído nunca parte importante, que sus frutos siempre fueron tan invisibles que le negaron los beneficios de la cosecha. Pese a todo, seguía aferrado, inconsciente, agarrado a un sentimiento que no era compartido, reconociéndolo imposible, sabiendo que dejarían secar esa parte del árbol antes que verlo sobresalir.
Había resistido grandes tormentas, le habían hecho fuerte, los vientos le habían enseñado a cimbrearse sin romperse, equilibrado por las nuevas ramas que habían nacido de entre las suyas. Aunque cayeran sus hojas, brotaban otras nuevas.
El día que el rayo lo quebró, se sintió morir, sin
embargo, había dejado al descubierto esa parte estéril que se nutría de
él y que tanto le había restado. Ya nunca más lo haría.
Habían compartido la misma tierra, la misma savia, el mismo tronco, partieron de la misma semilla... Y tuvo que ser el fuego el que le hiciera "soltar".
Fue la naturaleza, sabia, la encargada de compensar, siempre es así, el Universo sabe manejar muy bien sus hilos.
El aire se apaciguó, se hizo más puro, la tormenta pasó, se abrió la vida, con su olor a tierra mojada, a hojas verdes, a comienzo...
Había llegado el momento de renacer sin volver la vista atrás, con las ramas al viento, con Gaia, la madre tierra que acogía sus raíces, nutriéndolas, hidratándolas, con su luz... Era momento de resurgir, al amor de los 4 elementos y había llegado la hora de agradecer a Padre Dios, a Madre Tierra, a la Vida... al fuego, al aire, al agua... Ya era el momento de vivir, de mirar hacia adelante, de despedir, de aceptar que algunas respuestas llegaron en el instante que tenían que llegar, que otras llegarán cuando tengan que hacerlo y lo harán; de entender que el mejor fruto es el que madura desde el interior y que desde el interior se da la bienvenida a seguir creciendo en la pureza del amor incondicional, del amor perfecto, del amor a "yo soy", porque yo soy una parte del amor de Dios y como tal, cada Yo Soy debe amarse.
Bienvenido, libre, al bosque de las emociones".
Isabel
Se había acostumbrado a compartir su sustento, a pesar de saber cuánto le debilitaba, lo vulnerable que le hacían sentir. Le dolía no haberse creído nunca parte importante, que sus frutos siempre fueron tan invisibles que le negaron los beneficios de la cosecha. Pese a todo, seguía aferrado, inconsciente, agarrado a un sentimiento que no era compartido, reconociéndolo imposible, sabiendo que dejarían secar esa parte del árbol antes que verlo sobresalir.
Había resistido grandes tormentas, le habían hecho fuerte, los vientos le habían enseñado a cimbrearse sin romperse, equilibrado por las nuevas ramas que habían nacido de entre las suyas. Aunque cayeran sus hojas, brotaban otras nuevas.

Habían compartido la misma tierra, la misma savia, el mismo tronco, partieron de la misma semilla... Y tuvo que ser el fuego el que le hiciera "soltar".
Fue la naturaleza, sabia, la encargada de compensar, siempre es así, el Universo sabe manejar muy bien sus hilos.
El aire se apaciguó, se hizo más puro, la tormenta pasó, se abrió la vida, con su olor a tierra mojada, a hojas verdes, a comienzo...
Había llegado el momento de renacer sin volver la vista atrás, con las ramas al viento, con Gaia, la madre tierra que acogía sus raíces, nutriéndolas, hidratándolas, con su luz... Era momento de resurgir, al amor de los 4 elementos y había llegado la hora de agradecer a Padre Dios, a Madre Tierra, a la Vida... al fuego, al aire, al agua... Ya era el momento de vivir, de mirar hacia adelante, de despedir, de aceptar que algunas respuestas llegaron en el instante que tenían que llegar, que otras llegarán cuando tengan que hacerlo y lo harán; de entender que el mejor fruto es el que madura desde el interior y que desde el interior se da la bienvenida a seguir creciendo en la pureza del amor incondicional, del amor perfecto, del amor a "yo soy", porque yo soy una parte del amor de Dios y como tal, cada Yo Soy debe amarse.
Bienvenido, libre, al bosque de las emociones".
Isabel
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